Un libro muestra horribles historias reales de enterrados vivos. Relatos espeluznantes basados en personas que años depués fueron descubiertas con evidencias de haber sido sepultados en vida
HISTORIA DE MARY BEST
La joven Mary Best es un caso terrorífico de enterrados vivos, tenía 17 años cuando contrajo el cólera en la India. Siempre sola desde que su adoptiva madre salió del país unos meses antes, Mary sufrió horas de agonizante dolor de estómago y enfermedad, su pulso era cada vez más débil, hasta que, por fin, el médico la declaró muerta.
Fue enterrada en el panteón de su familia adoptiva unas horas más tarde, en el cementerio francés de Calcuta.
Era el año 1871, y las víctimas del cólera eran enterradas en general muy poco después de la muerte para evitar que los gérmenes pudieran expandirse. Además, con el calor tropical de la India, un entierro rápido era más necesario. Nadie cuestionó el entierro apresurado de Mary.
Pero diez años más tarde, cuando se abrió la tumba para enterrar el cuerpo del recién fallecido tío adoptivo de Mary, el enterrador y su ayudante presenciaron un espectáculo horrible.
La tapa del ataúd de Mary, que había sido clavado, estaba en el suelo. El esqueleto de la niña estaba mitad dentro, mitad fuera del ataúd, y el lado derecho de su cráneo tenía una gran fractura. Los dedos de su mano derecha se inclinaban como si se aferraran a algo, tal vez su garganta, y sus ropas estaban rotas.
María, al parecer, no estaba muerta cuando fue metida en el ataúd, simplemente estaba inconsciente. Fue enterrada viva. Las víctimas del cólera caían con frecuencia en coma, y en este estado habían enterrado a Mary. Unas horas o días más tarde se despertó sin saber dónde estaba.
El terror absoluto que tuvo que soportar, sus gritos inútiles en busca de ayuda, apenas pueden ser imaginados. Entonces, dándose cuenta de que no estaba siendo escuchada, trató desesperadamente de empujar la tapa del ataúd hacia arriba. Con el esfuerzo de todos los músculos, finalmente consiguió abrirlo. Tal vez el esfuerzo fue tan grande que cayó hacia delante, por agotamiento o desmayo, y se golpeó la cabeza en la repisa de piedra, muriendo al instante.
Fotografía real de una niña enterrada viva en Indonesia
Lo más probable, sin embargo, es que al verse en la oscuridad del panteón, Mary se volvió loca de terror, desgarró su ropa, trató de estrangularse y luego se golpeó la cabeza y murió. Se supo que el médico que había certificado su muerte tenía mucho que ganar si ella moría, había tratado dos veces de matar a la madre adoptiva de Mary, razón por la cual quizá la madre de Mary se fue de la India, incluso puede que Mary hubiera sido testigo de los intentos de asesinato.
Ser enterrado vivo en la época victoriana - y antes - no era tan inusual como uno podría imaginar. Hasta bien entrado el siglo XX, los métodos de determinación de la muerte estaban lejos de ser seguros. Se utilizaban métodos como la aplicación de pan caliente en las plantas de los pies para detectar reacciones Algunas personas estaban tan aterrorizadas ante la idea de despertar en un ataúd que exigían en sus testamentos que se tomaran medidas después de su "muerte", tales como cortar su garganta o ser atravesados por una estaca en el corazón, para prevenir este horrible destino
En un libro publicado en 1905 y reeditado ahora, dos médicos presentan un macabro compendio de entierros prematuros recogidos en periódicos de todo el mundo.
Fotograma de la película "Enterrados Vivos"
Tal vez los casos más preocupantes son aquellos en los que las víctimas llegaron a estar muy cerca de ser salvadas, y no lo fueron por el temor o la incompetencia de los vivos que podían haber cambiado su destino.
En 1887, en Francia, un joven era trasladado a la tumba cuando los enterradores oyeron unos golpes dentro del ataúd. Temerosos de crear el pánico entre los dolientes, no dijeron nada y se procedió a la inhumación. Pero a medida que la tierra caía sobre el ataúd, todos escucharon los golpes.
En lugar de quitar la tapa, esperaron a que llegara el alcalde. Cuando por fin llegó y quitaron la tapa del ataúd descubrieron en el interior que el hombre había muerto de asfixia. Estaban convencidos de que la mujer estaba muerta, y continuaron con los preparativos del entierro. Sin embargo, la enfermera no quedó convencida. Quemó algunas plumas y las agitó bajo su nariz, con la esperanza de provocar una reacción en la supuestamente fallecida.
La reacción fue casi instantánea. Esto último despertó a la mujer de lo que era un trance. Después de su "resurrección" dijo que había sido consciente de la despedida de hijos, y que había visto cuando traían el ataúd, pero se sentía impotente al no poder hablar. Al parecer sufrió algún tipo de parálisis temporal después de dar a luz. Curiosamente, se han descrito varios casos en los que los supuestamente muertos han sido salvados por sus perros, ladrando incesantemente ante el ataúd de su amo e incluso atacando a los portadores del féretro, lo que hizo que se examinara el ataúd descubriendo en algunos casos que se encontrara al ocupante vivo. Quizá los animales, de alguna manera, captan el hilo de vida que esos pobres desgraciados seguían teniendo, algo que no podremos saber. Algunos de los que escaparon por poco de ser enterrado vivos, sin embargo, acabaron tan traumatizados que nunca se recuperaron.
Sarah Ann Dobbins
Una chica llamada Sarah Ann Dobbins, de Hereford, fue declarada muerta en 1879, después de haber estado en un "trance" durante tres semanas. Creyéndola muerta, su cuerpo fue expuesto para el velatorio previo al entierro y se dejó en una habitación cerrada con llave por la noche. A la mañana siguiente parecía como si el cuerpo se hubiera movido un poco. Se llamó a un médico y revivió la chica. Catorce años más tarde se suicidó ahogándose en el río Wye.